En las últimas semanas probablemente hayas podido ver muchas noticias y conversaciones sobre el gas. Entre las informaciones al respecto encontramos muchas noticias sobre su precio tras las últimas subidas, así como el papel que juega en Europa a raíz del conflicto en Ucrania. En este blog queremos responder a algunas de las preguntas más habituales sobre lo que está pasando con el precio del gas.

¿Por qué ha subido el precio del gas?

El precio del gas se mueve principalmente en función de la oferta y la demanda a nivel global. La demanda se ve muy influenciada por motivos climáticos, como las bajas temperaturas, la reactivación industrial tras la pandemia, y la mayor necesidad de gas por parte de países emergentes, principalmente ubicados Asia. De esta manera, la demanda de gas ha aumentado en los últimos meses de forma significativa.

Además, los conflictos geopolíticos como el que está ocurriendo actualmente entre Rusia y Ucrania afectan también a la oferta. Esto ha provocado que el precio del gas en los mercados mayoristas alcance su precio máximo en los últimos años. Esto es así porque el gas tiene principalmente dos vías de llegada a los diferentes mercados europeos:

  1. A través de grandes gaseoductos que provienen del norte de África y Rusia que se han visto afectados por diferentes conflictos: por un lado, la crisis diplomática entre Argelia y Marruecos provocó el cierre de unos principales gaseoductos del continente; y, por otro, las consecuencias económicas de la invasión de Rusia en Ucrania han desestabilizado el proceso de compra de gas en el mercado mayorista.
  2. Mediante barcos conocidos como metaneros que lo transportan como gas natural licuado (GNL), encareciendo su precio. Estos barcos trasladan el gas natural de los países productores a los países consumidores. Este tipo de buque requiere de una tecnología muy sofisticada y, por eso, no pueden dedicarse para ninguna otra función.

De esta manera, la subida del precio del gas no se debe a una sola causa, sino a un cúmulo de diferentes factores.

¿Por qué afecta el precio del gas al de la electricidad? 

Una parte de la electricidad que consumimos se produce en las centrales de ciclo combinado, que son capaces de transformar la energía térmica del gas natural en energía eléctrica mediante una turbina de gas y otra de vapor. Por esta razón, la generación de esta electricidad va a depender directamente del precio del gas: cuanto mayor sea este, más costará producir electricidad.

De esta forma, cada día se fija el precio de la electricidad para el día siguiente adecuando el precio a la oferta y la demanda. Se tienen en cuenta las fuentes generadoras de energía disponibles en cada momento (renovables, nuclear, hidroeléctrica, gas natural, etc.). Así, todas ellas se concentran en el conocido como “pool eléctrico” o mercado de producción de energía eléctrica, donde cada tecnología presenta diariamente sus ofertas de venta para cada hora del día siguiente.

En este punto, es importante destacar que el mercado eléctrico es marginalista. Esto quiere decir que el precio de compra final del pool eléctrico es el más alto de entre todas las tecnologías de generación de energía disponibles.

¿Qué energías se presentan cada día al pool eléctrico?

Podemos distinguir entre tres grandes grupos de generación de energía:

  1. Energías renovables: suelen tener un coste muy bajo ya que, una vez instaladas, tienen un coste de generación prácticamente inexistente (solo hay que tener en cuenta el mantenimiento). Sin embargo, este tipo de energía se ve muy condicionada a factores meteorológicos externos.
  2. Centrales nucleares: Su coste de generación tampoco es excesivamente alto, pero requieren un uso continuado para que no incurrir en sobrecostes y necesita, en ocasiones, de otras energías, como el gas, para funcionar correctamente.
  3. Centrales térmicas con uso de combustibles fósiles: En este caso, cada una de las centrales de generación cuenta con unos costes propios ya que influyen diferentes factores para calcular el coste de generación de energía. Suele tener un coste más elevado ya que existe una regulación que penaliza el impacto ambiental de estas tecnologías.